Hoy despierto incorporándome lenta y torpemente, miro a mi alrededor y ni siquiera necesito preguntarme dónde me encuentro... me siento como si estuviera desnuda, deben ser las sábanas, la ropa de hospital... Mis muñecas lucen unas preciosas y purísimas vendas, válgame Dios ¿Otra vez? Maldita heroína, mierda. Escucho que me llaman, un hilo de voz teje su camino hasta mi consciencia. Lo escucho sin lograr verlo, desde donde quiera que pueda mirarle, sé que estoy durmiendo de nuevo. El sueño.
-Amor mío, ¿qué te has hecho?
"Acaba de despertar"-le dicen- "Y no debería dejarla sola". "Bah, como si me necesitara"-respondió-.
Éstos ojos todavía no se cansan, malditos. Mi cabello es aún hermoso. Las marcas de las muñecas han sido siempre las mismas. Que me maten. "Mátame"-he susurrado-.
La luz se filtra por la persiana, él se acerca a la cama y me acaricia, lentamente sus dedos hurgan en mi cabello, nunca me has encontrado, déjame en el hoyo, aquí ya estoy.